Autor: César Meza

Hoy en día los directores de marketing son responsables de buena parte de la estrategia del negocio; sus propuestas y recomendaciones culminan normalmente en el lanzamiento de nuevos productos o servicios, o en las mejoras de los ya existentes.  Conquistar, vender y ganar clientes son las consignas.

Sin embargo, la seducción de ser más puede terminar complicándonos y hacernos perder el foco de lo que realmente es importante para el negocio y nuestras audiencias claves.

Las empresas exitosas nacen con un propósito claro, un producto o servicio único y un mercado bien definido. Pero a medida que pasan los años o meses, la noción de crecimiento se confunde con ser más grande y tener más productos, más servicios, más locales, y más personas a cargo.

Crecer no está mal, pero requiere de mucha disciplina. Requiere enfocarse en la promesa de valor inicial y en las fortalezas de la organización.

Crecer por crecer para ganar más ingresos es un error, que puede terminar matando a la gallina de los huevos de oro o como decimos en MU, a la vaca púrpura. En el mejor de los casos una estrategia de crecimiento sin sustento (pruebe justificar su actual línea de productos o servicios) puede terminar convirtiendo su marca en una vaca más del montón.

Le aconsejo hacerse estas preguntas antes de tomar decisiones de crecimiento: ¿Cuáles son las fortalezas que me han caracterizado? ¿En qué somos buenos? ¿En qué nos consideran buenos nuestros clientes? ¿Cómo puede afectarse mi rentabilidad como negocio?

La seducción de ser más debe partir de un enfoque estratégico, pues añade complejidad al negocio, y puede crear situaciones de las cuales dar marcha atrás se torna muy difícil o incluso irreparable.